El inmueble es el principal hito arquitectónico y urbanístico de la población, contribuyendo con sus formas a singularizar la imagen urbana de la localidad. El interior alberga la imagen de la patrona de Higuera de la Sierra, lo que contribuye aún más a incrementar su valor sentimental respecto a sus habitantes.
Gran parte del valor artístico que posee la Iglesia procede del conjunto de retablos que alberga en su interior, la mayor parte de los mismos realizados de forma casi coetánea al edificio, lo cual hace que mantengan con éste un acertado diálogo y conjunción estilística. Todos ellos fueron realizados en la segunda mitad del siglo XVIII, y algunos, caso del Retablo Mayor, en los años inmediatamente posteriores a la terminación del templo en 1746.